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miércoles, 25 de mayo de 2011

UNA MIRADA EXTENSIONISTA A 90 AÑOS DE LA REFORMA UNIVERSITARIA


“La Extensión es una función mediante la cual la universidad se comunica
entre sus partes y abre sus puertas al medio que la rodea a través de
diversas actividades que, sin corresponder a sus tareas intrínsecas de
docencia e investigación, son complementarias y le permiten ampliar el
alcance de su labor de transformación y difusión.”
John Ridell, 1987.
Algunos apuntes históricos
Durante el año 1905 el Doctor Joaquín V. González, en ese entonces
Ministro de Justicia e Instrucción Pública de la Nación Argentina y bajo el
lema "Por la Ciencia y por la Patria", crea la Universidad Nacional de La
Plata con base científica, poniendo especial énfasis en la Investigación y la
Extensión Universitaria, al grado de incluir a esta última en su estatuto.
Al poco tiempo de su creación instruye a los funcionarios de la UNLP para
que abran las puertas del Colegio Nacional de La Plata los días sábados
para la realización de actividades de extensión destinadas a la comunidad
de esta ciudad. La mayoría de esos cursos consistían en talleres de
alfabetización para adultos y actividades culturales y artísticas.
En el año 1908 se realiza en Montevideo el Congreso Internacional de
Estudiantes Latinoamericanos, en una de las ponencias presentadas se
encuentra una referencia explícita a la Extensión Universitaria, en donde se
plantea: "promover y difundir la Educación del pueblo, buscando el
engrandecimiento nacional, por medio de la educación de todas las clases
sociales".(1)
En el año 1918 los alumnos que integran el Movimiento de la Reforma
Universitaria con base en la Universidad Nacional de Córdoba, reclaman por
el fortalecimiento de la función social de la Universidad, incorporando la
Extensión Universitaria y la Difusión Cultural, entre las actividades que
deben desarrollar normalmente las Universidades Latinoamericanas;
además, postulan hacer de ellas, centros de excelencia para el estudio
científico y objetivo de los grandes problemas nacionales.
”Vincular la Universidad al Pueblo" es uno de los principales postulados de
aquella reforma, que estaba inspirada en las tareas llamadas de extramuros
o Extensión Universitaria. Se basaba en que, mediante este tipo de tareas el estudiante tendría la oportunidad no sólo de familiarizarse con los
problemas de su medio y de entrar en contacto con su pueblo, sino también
la ocasión de devolver a este parte del beneficio que significaba pertenecer
a una minoría privilegiada, que tenía acceso a la Educación Superior.
De tal forma, se dio origen a una nueva función para la Universidad
Latinoamericana, la función Social; es decir, el propósito de poner al saber
universitario al servicio de la sociedad y de hacer de sus problemas tema
fundamental de sus preocupaciones. De las tareas de extensión realizadas
por estudiantes y profesores en las fábricas, talleres y sedes sindicales,
surgieron las llamadas Universidades Populares.
El primer encuentro de extensionistas latinoamericanos se realiza en el
año 1957 cuando la Unión de Universidades de América Latina convocó en
Santiago de Chile a la Primera Conferencia Latinoamericana de Extensión
Universitaria y Difusión Cultural. Y se tendrá que esperar hasta el año 1972
para la Segunda Conferencia Latinoamericana de Extensión. En esta surge
un nuevo concepto de la Extensión Universitaria, que se plasma cuando se
manifiesta que "Las Universidades son instituciones sociales que
corresponden a partes del cuerpo social y que la Extensión Universitaria es
una de sus funciones y que junto a la Docencia e Investigación, son
expresiones de una sola y gran tarea encomendada a las Universidades”.
Los antecedentes de mayor importancia en materia de trabajos de
Extensión Universitaria se ubican en los últimos años de la década del
sesenta y primeros de la década de los setenta del siglo pasado, cuando la
universidad encontraba en las actividades de extensión un canal ideal para
el contacto con los sectores más postergados de la sociedad. En su mayoría
estas actividades se desarrollaban en las áreas de la agronomía y
veterinaria como fiel reflejo del trabajo realizado por el INTA, Instituto
Nacional de Tecnología Agropecuaria, verdadero precursor de las
actividades extensionistas relacionadas a la acción social y comunitaria a
comienzo de la década del sesenta. La oscura y terrible noche que cubrió
durante más de una decenio a los países de Latinoamérica en donde golpes
de estado impusieron dictaduras militares como forma de gobierno, se
encargaron de borrar las actividades de “extensión comunitarias” de los
espacios universitarios por considerarlas revolucionarias o aún subversivas.
Muchos de los asesinados o desaparecidos, relacionados al ámbito
universitario se dedicaban a tareas de extensión o investigación aplicada al
desarrollo social, económico y político de las comunidades y pueblos.
Por el contrario, cabe destacar que en materia de investigación “En los años
70 y 80 las instituciones de investigación y desarrollo tecnológico no se
vincularon con la comunidad ni con el medio en que estos trabajos se
desarrollaron” y que también en esas décadas “los principales esfuerzos se
impulsaban para lo tecnológico, por lo científico y tecnológico, la llamada
incubadora de empresas. Se alentaba -aún se sigue haciendo- al
investigador desde su propia empresa y se consideraba que el investigador
debía dejar el laboratorio para poner en marcha su empresa” (3).En materia de extensión, deberemos esperar a mediados de la década del
ochenta para encontrar los ámbitos de discusión sobre Extensión
Universitaria y hablamos de discusión y no de realización de trabajos de
extensión, porque aún era necesario reconstruir el tejido social destruido
por las dictaduras en toda Latinoamérica.
Cabe la aclaración que es necesario un tejido social o redes sociales para el
desarrollo de las actividades extensionistas, ya que la extensión no es
“Transferencia”, sino que se trata de “Construcción de Conocimiento con
Acuerdo Social”. Este intento de retomar la esencia de la extensión se ve
abortado en los años 90 con la implementación de políticas económicas
neoliberales en nuestro continente, más la desestimación de la educación
superior como un bien social.
Desde el retorno democrático en Argentina y en forma conjunta con la
normalización de las Universidades nacionales, se interpretó a la extensión
como “Extensión Cultural” y se le delegaron las actividades artísticas,
culturales e informativas como funciones casi exclusivas. Durante la década
del noventa, en pleno reinado del modelo neoliberal en el que su principal
referente económico y ministro del área Domingo Felipe Cavallo mandaba a
los investigadores a lavar los platos, la Extensión Universitaria era debatida
por los integrantes de la enseñanza de nivel superior sin encontrarle una
función clara ni especifica, mientras en el país y en el continente crecían los
números de pobreza e indigencia; mientras tanto, los trabajos con capital
intelectual y de valor para la parte de la sociedad más necesitada
realizados dentro de los muros universitarios dormían en archivos y
armarios en el mejor de los casos.
Es de destacar algunos espacios que resistieron la lógica del dejar hacer
para no hacer nada imperante en esa época como el caso del “Fórum de
Pró-Reitores de Extensão das Universidades Públicas Brasileiras”, que desde
su creación en 1987 mantiene un espacio de discusión abierta sobre
definiciones y compromisos sociales ligados a la Extensión Universitaria.(4)
A partir de las crisis económicas de fines de siglo XX en nuestra región, la
Extensión Universitaria vuelve a tomar un rol relevante para los sectores
más postergados de la sociedad.
En 1998, en, Costa Rica se realiza el Tercer Congreso Iberoamericano y del
Caribe sobre esta temática, organizado por el grupo de instituciones
universitarias que participaron previamente en los Congresos
Latinoamericanos y del Caribe de Extensión Universitaria, celebrados en
Cuba (1996), Argentina (1997). En el marco de estos trabajos se decide la
constitución de un comité organizador para el diseño, la creación y puesta
en marcha de la Organización Latinoamericana y del Caribe de Extensión
que perdura hasta nuestros días.
Así, con la llegada del nuevo siglo y en conjunto con la crisis social, política
y económica que sufrió nuestra sociedad, el trabajo de los extensionistas
tomó una dimensión desconocida hasta ese momento en este país y
también para nuestras Universidades Nacionales y privadas.“Debemos intentar convencer a los investigadores, a los profesores, de que
sí hay necesidad de una universidad pública de investigación en el futuro
que la sociedad quiere construir”. Renato Dagnino, 2008
Que hay de real en lo que se denomina articulación…
En general se acepta a la universidad como una organización que crea y
transmite conocimiento mediante tres funciones básicas: la enseñanza
profesional centrada en el saber científico, humanístico y artístico, la
investigación académica, y la extensión universitaria. Las dos primeras
funciones son relativamente fáciles de describir porque refieren a prácticas
y relaciones sociales específicas e históricamente legitimadas desde la idea
de ciencia de la Modernidad. También es cierto que existen diversas formas
de enseñanza e investigación y distintos modelos de articulación entre
ambas funciones, así como variados niveles de incidencia con otros ámbitos
y contextos como pueden ser el Estado, la sociedad o el mercado. Distinta
es la condición de la Extensión Universitaria, ya que no existe aún consenso
sobre una definición clara que pueda contemplar siquiera en sus
características más generales la gama de propósitos, ámbitos, programas,
prácticas y acciones que se ejecutan bajo su denominación. En este
sentido, son múltiples las denominaciones que aproximan a describir
nuestro campo de intervención. Ellas se pueden listarse en cuanto a:
1.- Tareas de difusión o divulgación como, gestión de editoriales, radios,
canales de TV, documentales y medios digitales.
2.- Actividades de servicio social como el programa “Voluntariado
Universitario” y otros que involucra a docentes y estudiantes.
3.- Museos, bibliotecas y colecciones.
4.- Áreas de Proyectos y Programas.
5.- Direcciones de Arte y Cultura.
6.- Áreas de vinculación con los municipios
7.- Programas de capacitación y educación continúa.
8.- Administración de Cátedras Libres
9.- Áreas de recreación y deporte
10.-Incubadoras de Empresas o Gabinetes
11.-Programas de vinculación (con organizaciones sociales y otras
entidades públicas y privadas)
12.- Misiones de alfabetización, promoción de derechos y salud
13.- Servicios universitarios de clínicas, consultorías y gestión
Si bien estas son las áreas y actividades que se conocen y se pueden
identificar en nuestras instituciones académicas, cabe aclarar que algunas
universidades públicas, todavía carecen de una Secretaría de extensión y
las actividades correspondientes a la misma están distribuidas en distintos
niveles o instancias de gestión y en otros casos, se alcanzan formas de
coordinación más o menos funcionales al sistema.
Ante este panorama, una definición “resignada” de extensión buscaría
agrupar todas aquellas actividades de servicio que se realizan en la
universidad, y que no son ni docencia ni investigación propiamente dicho. Yde esta forma podríamos definir a la extensión como el amplio conjunto de
actividades que se denominan a sí mismas “actividades de extensión”. Pero
esta forma casi tautológica de definirla no contribuye al propósito de
discutir su sentido profundo y más acabado, así como sus dilemas y
oportunidades en el presente en que nos encontramos (5).
Para la Universidad Nacional del Nordeste se entiende a la Extensión
Universitaria como: “la presencia e interacción académica mediante la cual
la Universidad se nutre con los saberes e inquietudes de la comunidad; a su
vez, en el trabajo de dar respuesta a esas demandas sociales, se replantea
constantemente los fundamentos de su propia producción de conocimientos
de manera de aportar a la sociedad, en forma critica y creadora los
resultados de sus tareas de investigación y docencia”. (6)
Otra posible elección conceptual nos indicaría que Extensión Universitaria
es, en algunos casos, la respuesta a la pregunta ¿De qué manera se
relaciona la universidad con su entorno concreto, además de formar
profesionales y desarrollar investigación especializada? Así planteada, la
pregunta es interesante porque sitúa la discusión en dos planos. Uno
temporal, que tiene que ver con la historia propia de las universidades en
su contexto, y otro espacial, que se refiere a las circunstancias concretas
del ámbito institucional (7). El punto problemático es que en cada etapa de
su desarrollo la formas y estructuras de extensión recogen huellas del
pasado, al mismo tiempo que buscan actualizar su misión con base en una
lectura contemporánea, hasta coyuntural, de las prioridades que establece
el proyecto de turno, y es lo que esto sucede en la mayoría de de las
Universidades latinoamericanas. En este sentido, la profesora venezolana
Mirna Sánchez de Mantuana afirma que “tradicionalmente la Extensión
Universitaria se ha considerado como el mecanismo mediante el cual la
Universidad aporta a la sociedad los resultados y logros de su investigación
y docencia” y sostiene que hoy se debe interpretar a la extensión en un
sentido más amplio “involucrándola en los más diversos aspectos de
vinculación con la sociedad y el medio, no sólo transfiriendo, sino y
fundamentalmente, compartiendo, aprendiendo, aprehendiendo y
reflexionando sobre el conocimiento (8).
A diferencia de las formas y contenidos de la investigación y la docencia, no
existe, en el caso de la extensión, una institución externa a la universidad
(el campo de la ciencia y el campo de las profesiones) que determine un
conjunto discreto de estándares, competencias y perfiles accesibles
mediante prácticas y procesos intelectuales determinados o por lo menos la
mayoría de las casas de altos estudios no los definen. Por este motivo, los
Programas y Proyectos de extensión muchas veces se ubican en el plano
que corresponde a los acuerdos de las facultades o las universidades con el
estado o la sociedad, lo que los sitúa en un espacio político. En este
aspecto, las casas de altos estudios propenden a ejercer su autonomía que
les permiten promover y proyectar iniciativas de este tipo de relaciones.
En función de lo antes expuesto se puede observar que en la práctica
puede detectarse una relación de articulación concreta entre las funciones docencia e investigación que se da como lógica consecuencia de una
iteración de investigar sobre lo que se enseña y además es estimulada por
varios sistemas ministeriales y universitarios que legitiman un circuito
cerrado y de difícil aplicación en ámbitos extramuros del sistema. A
excepción de la transferencia que muchas veces se concreta en una
relación universidad-mercado la investigación y la docencia poseen una
aceitada vinculación en la producción de saberes y de intervención y
enriquecimiento mutuo.
En muy pocos casos se completa el triángulo de la articulación docenciainvestigación-extensión, lo que permitiría hacer docencia e investigar para
aplicar resultados en el medio y de esta manera comprobar en qué nivel de
saberes y actualización se encuentran las cátedras, como también, y de ser
necesario, reformular las currículas de las mismas o replantearse lo
investigado si fuera necesario. De esta manera la extensión funcionaria
como testeo y aporte de innovación de lo actuado en docencia e
investigación. En algunos casos se encuentra la base del trabajo académico
como una conjunción de docencia-extensión-investigación que en sus
comienzos no aparecen como instancias separadas entre sí, sino como
distintos aspectos de una misma práctica político-pedagógica. Sin embargo,
a medida que se avanza en estos procesos los límites se tornan difusos y la
idea de articulación como retroalimentación se complejiza, lo que nos lleva
a la consideración de otros elementos que ayudan a dimensionar la
perspectiva y las prácticas puestas en juego en estas experiencias (9)



Docencia                 Extensión
          
            Investigación


Este circuito se completa en algunos casos, pero no es la generalidad de las
cátedras las que realizan estas tres actividades, hasta se puede arriesgar a
decir que es difícil encontrar dentro del sistema docentes que cumplan con
las tres funciones.
En definitiva, la construcción de un nuevo discurso que no sólo se acerque
a definir la Extensión Universitaria y que contribuya a la anhelada
articulación demandará prácticas comprometidas que trasciendan los límites cotidianos en la construcción de nuevos espacios de innovación. Por
lo tanto, debemos pensar en una nueva forma de relacionar la extensión
con la docencia y la investigación, donde la extensión no aparezca como la
etapa final de la producción de conocimiento, como sucede en la mayoría
de los casos, sino que sea práctica que articula saberes con la enseñanza y
la investigación.
“Las fronteras de la Universidad son las fronteras del Estado”, es decir que
la universidad debe servir al pueblo (del estado) de manera relevante.
La Merrill Act. (1862) Wisconsin

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